Saber vivir requiere primero estar bien y en armonía con uno mismo. Es asumir responsable y amorosamente la aventura de conocerse, de autodescubrirse, para reconocer y desarrollar las potencialidades, riquezas y fortalezas internas -aquello que nos hace auténticos- como también reconocer con humildad nuestros puntos débiles para mejorarlos. En otras palabras es equilibrar, complementar y armonizar las energías y fuerzas que hay en nosotros mismos. Buscando un desarrollo integral en nuestras vidas: física/material, intelectual, emocional, espiritual y relacional/social. Reconociendo la co-responsabilidad, que cada uno de nosotros tenemos en facilitar el bien-estar de la comunidad – común unidad – de la cual somos parte.